Don Bosco en el año 1844…

EFEMÉRIDES  SECULARES



(Número tras número iremos publicando, D. m., los hechos de la vida de nuestro Santo Fundador,
de los cuales se cumple el Centenario. Circunstancia es ésta que no dudamos aumentará el agrado
con que todos nuestros Cooperadores leen cuanto a D. Bosco se refiere.)


“En el ejercicio del sagrado ministerio, le sucedieron a D. Bosco varios hechos sorprendentes que
merecen ser recordados para gusto y edificación de nuestros lectores.


”A principios del año 1844. hallábase en uno de los hospitales de Turín una pobre mujer tuberculosa
y cuya vida estaba a punto de extinguirse de un momento a otro. Su conducta no había sido ejemplar,
y sobre su conciencia pesaban, además del abandono completo de las prácticas religiosas, muchos
crímenes e injusticias causadas al prójimo en sus bienes.


“No quería que se le hablara de confesión ni de Sacramentos. Había rechazado al Capellán
y a las Hermanas que, con santo celo, habían intentado reducirla a más piadosos sentimientos.
Aquella misma mañana, enfurecida y como loca, se había desatado en invectivas e insultos
contra D. Cafasso, a quien habla arrojado un vaso al rostro.


”El Beato se fué al encuentro de D. Bosco y después de exponerle el caso, le dijo:

“ Vaya usted y vea de hacer algo por aquella desgraciada".


"D. Bosco. obediente siempre a cuanto le ordenaba su confesor, y más tratándose de salvar un alma,
se dirigió, ni corto ni perezoso. al hospital.


“Entró en la sala y avanzó lentamente...Dirigía un saludo a cada una de las enfermas:
a ésta una frase de consuelo, a la otra una palabra de esperanza. Algunas le pedían un consejo,
y D. Bosco se lo daba con gran acierto. Al llegar junto a la cama de la citada enferma,
bajó los ojos y pasó de largo sin decirle una sola palabra. La pobrecilla. mortificada, se atrevió a decir:

—Y a mi, ¿no me dice nada?...


”D. Bosco se detuvo y exclamó:


— ¡Con mucho gusto!...¿Qué quiere que le diga?


—Una buena palabra como a las demás enfermas.


—Muy bien, se la diré.


“Y tomando una silla se sentó junto al lecho. Después, con calma pero con firmeza. dijo a la enferma:


—Precisamente tenía que decirle «una palabra que le hará mucho bien.
—¿y cuál?


—Confiésese.


— ¿Confesarme... i Hace mucho tiempo que no lo hago!


—Pues confiésese ahora.


—Esta mañana, para que usted vea, ha venido otro cura a hablarme de lo mismo y le he mandado
a cajas destempladas.


—Dejemos en paz lo sucedido y piense tan sólo en ajustar las cuentas de su conciencia.


”Y sin esperar más, D. Bosco comenzó la bendición : “Deus sit in corde tuo...”


— ¡Pero si no estoy preparada para confesarme.!


—Por eso mismo le he dado la bendición, para que se pueda preparar.


—Pero ahora... ahora no tengo ganas: cuando esté buena iré a cualquier iglesia de la ciudad o si no,
aquí mismo, en la capilla del hospital.


—¿Es que aún tiene esperanzas de curar?


— ¡Claro está ! ¡Me siento mucho mejor que dios atrás !


—Se siente mejor, pero no lo está.

—¿Qué quiere decir?

—Le voy a decir una palabra en nombre de los médicos y en nombre de Dios.

— ¡En nombre de los médicos, no!. Hábleme en nombre de Dios.

—Pues en nombre de Dios, cuya misericordia es infinita, le digo que le concede pocas horas de vida
a fin de que pueda pensar en su alma. Son las cuatro de la tarde. Tiene tiempo para confesar,
comulgar y recibir los Santos Oleos y la bendición papal. No se haga ilusiones: mañana estará
en la eternidad.

—¿Dice usted la verdad? ¿No me engaña?...

—Le he dicho que no le hablo en nombre de los médicos, sino en nombre de Dios.

— ¡Eternidad... eternidad!.... ¡Oh, qué palabra tan terrible!.

—Empecemos... No tenga temor; yo la ayudo.

—Pero... ¿y qué dirá aquél sacerdote a quien esta mañana he tratado tan maI.

—Esté tranquila. Aquel sacerdote es amigo mio y se pondrá muy contento cuando sepa que
ha arreglado usted su conciencia.

“La pobrecilla se confesó, recibió los demás Sacramentos y auxilios espirituales,
y aquella misma noche, con gran paz y serenidad pasó a mejor vida.”


(De las Memorias Biográficas de S. Juan Bosco, tomo III) .

No hay comentarios:

Publicar un comentario